Vuelos a Europa
Pocos destinos del mundo han sido tan idealizados como este. Francia puede ser el comienzo de un viaje relámpago.
La capital, París, tiene mucho que ofrecer: la Torre Eiffel, la catedral de Notre Dame, el Arco del Triunfo y la Montmartre, por nombrar solo algunos de sus lugares de interés turístico. Y todo ello sin mencionar las galerías de arte de fama internacional, entre las que se incluyen el Centro Georges Pompidou, el Musée d’Orsay y, por supuesto, el Louvre, donde podrá contemplar la Mona Lisa de Leonardo da Vinci y ver la sonrisa más famosa del mundo en persona.
París alberga también hoteles, restaurantes y cafés increíbles, muchos de ellos más famosos aún gracias a las historias que se les atribuyen. Entre ellos destacan el Ritz, donde Coco Chanel se alojó en la década de 1940, L’Auberge de Venise, un restaurante que en el pasado fue el Dingo Bar, un local frecuentado por Ernest Hemingway y F. Scott Fitzgerald.
Aunque es cierto que la gastronomía parisina es fenomenal, los que entienden del tema podrían decir que es Lyon, la tercera ciudad más grande del país, la verdadera capital de la cocina francesa. Ese es el lugar para quedarse embelesado en los bistrós informales y acogedores con platos auténticos elaborados con ingredientes locales.
Niza, la segunda ciudad más visitada de Francia, combina un clima maravilloso todo el año, playas legendarias y una historia cargada de glamour. Pasee por el Promenade des Anglais o el casco histórico para sumergirse en este destino de revista.
Por supuesto, si prefiere escaparse del bullicio de la vida urbana, Francia puede presumir también de una gloriosa campiña, como las emblemáticas colinas escalonadas y los campos de la Provenza. Como alternativa, puede también dirigirse a la costa, a la Riviera francesa (Côte d’Azur) que es famosa por su belleza natural (y su gente).